En los alrededores de la plaza parisina de La Bastille, donde hay varios restaurantes de origen argentino, la fiesta patriótica tenía un tono irónico, por momentos. Uno de los momentos más esperados del aficionado al fútbol es el momento en el que la camiseta de su equipo favorito ve la luz. Y eso se nota en sus parrilladas y en este final de fábula, que pasará a la historia».