Finalmente, uno se da cuenta que no podemos proteger a nuestros hijos del universo, que, en realidad, son ellos los que nos protegen del abismo con sus abrazos, con los días que, agotados, nos quedamos dormidos junto a ellos cuando tratamos de que se duerman. Descubrir que las obsesiones son pensamientos egodistónicos”. Pero yo sé que estoy sufriendo y lo estoy pasando mal”.